Primer amor. Lenguaje preverbal.
Los signos —ansiedad sin motivo, el celo de la “amiga”, el tiempo como una pegajosa sustancia morosa e irritante, miradas como imanes— sólo serían inteligibles con el tiempo; por entonces, todo apuntaba a una amistad “singular”.
Moni y yo, compañeras de estudios universitarios, compartíamos cada vez más tiempo juntas. La mañana, la tarde —y con el tiempo, las noches— empezaron a encontrarnos... charlando animadamente, jugando, comiendo, riendo, estudiando/nos.
Que yo la extrañara inventando nuevas dimensiones para esa emoción, que nuestras respectivas amigas comenzaran a murmurar o que ella eligiera quedarse conmigo, mintiéndole por teléfono a su novio, sólo tuvo explicación una noche de verano —hace más de veinte años—: volvíamos tarde de la última clase, Derecho, recorriendo —inusualmente calladas y pensativas, los ojos tallando el asfalto— las calles desiertas que nos llevaban al departamento que yo compartía con otras cinco chicas (todas de Cutral-Có, estudiando en
Fueron unos pocos meses, donde del estupor pasamos al desorden de las sábanas, del lino a los planes, de los planes al miedo y a la intriga, y de allí a la distancia.
Pero no hay peros en la historia amorosa, sólo un largo, obtuso interrogante.
Macky Fugitiva. http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/soy/1-108-2008-05-30.html